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Orquesta del Festival de Budapest: Haydn‐Mozart — 3

Sobre el espectáculo

Sumérjase en la asombrosa arquitectura del impresionante Centro de Conciertos de la Academia Liszt de Budapest para disfrutar del concierto definitivo que despertará su comprensión de la música clásica.

El concierto Haydn‐Mozart de la BFO en abril constituye una espléndida contrapartida al programa de marzo. La velada comienza con una de las aclamadas sinfonías parisinas de Haydn y continúa con uno de los conciertos para piano más queridos de Mozart. En la segunda mitad del concierto, el público recibirá una serenata de otra obra maestra de Mozart, con el toque único de un cuerno postizo en la orquestación. Dmitry Shishkin, pianista ruso de treinta y pocos años calificado de "cautivador" por Le Temps, se encargará del solo de piano. Con un segundo puesto en el XVI Concurso Internacional Chaikovski y un primer puesto en el Concurso Internacional de Música de Ginebra, Shishkin viene avalado por Evgeny Kissin, que lo considera una fusión de dedicación sincera y arte innato. Gábor Takács‐Nagy, un maestro íntimamente familiarizado con ambos compositores, será el director de la velada.

En la década de 1780, la fama de Haydn se había disparado en Francia, lo que llevó al Concert de la Loge Olympique, una renombrada sociedad masónica de conciertos de París, a encargarle seis sinfonías. Haydn entregó estas composiciones en dos años, cosechando una aclamación instantánea. Entre ellas, la Sinfonía en re mayor destaca por su opulenta orquestación, que incorpora trompetas y timbales al conjunto tradicional. Tras una introducción contemplativa, el primer movimiento se despliega con un tema que parece buscar su voz. A continuación, la sinfonía serpentea a través de un capriccio de ritmo desenfadado, un elegante minueto y concluye con un final en el que resuenan motivos recurrentes.

Re menor tiene una resonancia distintiva en el repertorio de Mozart, ya que fue la tonalidad elegida para secciones del Réquiem, partes de Don Giovanni y su Concierto para piano de 1785. Mientras que muchas de sus composiciones pasaron desapercibidas durante el siglo XIX, este concierto se convirtió en una apreciada excepción, recibiendo incluso el beneplácito de Beethoven. Sorprendentemente, Mozart terminó esta obra maestra sólo un día antes de su estreno. En lugar de una inauguración grandiosa, la pieza se abre con un ascenso místico, con el piano haciendo una entrada tenue, casi tentativa. En medio de la tranquilidad del movimiento lento, se desata una tempestad dramática que culmina en un soleado final en re mayor.

Normalmente, los minuetos de los clásicos de varios movimientos son predecibles: ligeros, sencillos y sin pretensiones. Sin embargo, es un intrigante movimiento de minueto el que catapulta a la fama la Serenata en re mayor de Mozart de 1779. Esta composición de siete movimientos lleva al público de viaje desde una conmovedora apertura lenta hasta una animada sección posterior. Las flautas, los oboes y los fagotes encabezan el siguiente par de movimientos, en un alarde de estilo concertante, antes de adentrarse en la música más sombría de la pieza, que prepara el escenario para el famoso minueto, destacado por la trompa.

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