Teodor Currentzis Bruckner 9 en el Festspielhaus Baden‐Baden
Sobre el espectáculo
Anton Bruckner dedicó su novena sinfonía a Dios. En su caso, hay que tomarlo al pie de la letra. El devoto compositor rezaba y ayunaba con regularidad y tenía experiencias místicas en el proceso. Registró con precisión estos encuentros con Dios en su diario y los convirtió en música en su sinfonía. La Novena está llena de éxtasis espirituales, pero en el scherzo central aparece: ¿el diablo? ¿En forma de máquina? Enigma sobre enigma. El Adagio ya tiene un pie en el cielo. Esta sinfonía es una de las más grandes de todas. Estamos encantados de que sea Currentzis quien desate aquí las tormentas de Bruckner.