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Orquesta del Festival de Budapest: Ravel, Dohnányi, Mendelssohn

Sobre el espectáculo

Sumérjase en la impresionante arquitectura del Palacio de las Artes de Budapest para disfrutar del concierto definitivo que despertará su comprensión de la música clásica.

Le Tombeau de Couperin de Ravel no es sólo un homenaje a la música barroca para teclado, sino también una oda a los amigos que perdió durante la Primera Guerra Mundial. Dohnányi, por su parte, muestra el lado caprichoso de la música clásica transformando la canción infantil "Twinkle, Twinkle Little Star" en una pieza repleta de humor. Para no quedarse atrás, Mendelssohn celebra la Reforma a través de su sinfonía. Éstas son sólo algunas de las apasionantes historias que cobrarán vida durante el concierto, dirigido por el célebre Jaime Martín. Su dinamismo musical ha sido alabado en todo el mundo y, como dijo un crítico del Telegraph, "el entusiasmo de Martín por la música contagia tanto a la orquesta como al público".

El concierto comienza con la suite de Ravel, que fusiona a la perfección sonidos innovadores con la elegancia barroca francesa. Sus movimientos son algo más que homenajes a François Couperin: conmemoran a los amigos que Ravel perdió en la guerra, entre ellos dos hermanos muertos por una granada. A pesar de su sombría inspiración, la pieza es más nostálgica que lúgubre. Concebida originalmente para piano, Ravel también la imaginó para orquesta, con el oboe desempeñando un papel fundamental. La suite transporta al público desde un preludio arremolinado hasta los melancólicos acordes de una forlane, seguidos de un sereno minueto y un conmovedor rigaudon.

La pieza de Dohnányi ofrece una pausa humorística. Con un guiño a "la delicia de los amigos del humor" en su partitura, yuxtapone una gran introducción orquestal con la sencillez de "Twinkle, Twinkle Little Star". Pero no todo es diversión y juegos: la pieza está aderezada con una sofisticada orquestación, armonías y parodias estilísticas.

Por último, los lazos de Mendelssohn con el protestantismo brillan en su sinfonía, concebida para el tricentenario de la Confesión de Augsburgo. Aunque la ceremonia para la que fue concebida fue cancelada, la pasión de Mendelssohn por el tema resuena. La sinfonía está salpicada de motivos como el "Amén de Dresde" y culmina con el emocionante coral "Ein feste Burg", que resume el triunfo de las voces luteranas.

Este concierto promete un viaje musical que entrelaza historia, emoción y puro arte.

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