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Idea regalo — grandes sonatas en el Elphi con Elsa Grether y Mathias Weber al piano de cola Cesar Franck

Sobre el espectáculo

Tres grandes obras de música de cámara que hacen referencia a la misma nota básica La. Pero de qué mundos tan diferentes proceden en cuanto a carácter y forma: La Sonata en La menor de Schumann, la de Franck en La mayor y la monumental Opus 47 de Beethoven — la "Sonata Kreutzer" en La menor y La mayor.
El sensacional dúo de artistas internacionalmente aclamados, la violinista francesa Elsa Grether y el pianista del Érard de Hamburgo Mathias Weber, cautiva con su interpretación briosa, apasionante, sensual y sensible, en la que ambas voces despliegan por igual vuelos de virtuosismo así como pasajes mágicos delicadamente fusionados. El piano de cola de concierto Érard de César Franck de 1863, en el que se produce una claridad y transparencia de sonido impresionantes gracias a sus lados paralelos, confiere a la interpretación de estas magníficas obras una dimensión histórica. Les espera una extraordinaria velada de concierto con este exigente programa.
De las tres composiciones interpretadas esta noche, la de Schumann es la más exigente en cuanto a técnica compositiva: una armonía y una tonalidad románticas, así como una actitud poética y narrativa se entrelazan con la polifonía de Johann Sebastian Bach. "Polifonía romántica del alma" puede ser una expresión adecuada para ello. A un movimiento de sonata oscuro y extremadamente concentrado, que debe tocarse "con expresión apasionada", le sigue un Allegretto, en su mayor parte modelado en delicados colores. La proximidad con las "Märchenerzählungen" de Schumann, pero también con las miniaturas poéticas de las "Kinderszenen", es palpable. Al igual que en el primer movimiento, la referencia a Bach es evidente en el tercer movimiento que concluye la sonata: los largos tramos de motívica tocata dan a este final su determinación y se centran en la brillante conclusión. En definitiva, una sonata de la más pura música de cámara, comparable a un cuarteto de cuerda por la complejidad de sus líneas.
La sonata de César Franck se presenta ahora como una antítesis. Se despliega un drama de amplitud épica: desde la apertura delicada e impresionista, suavemente radiante en colores claros, pasando por un Allegro dramático y un "Recitativo‐Fanatasia" trágico hasta la conclusión feliz y entusiasta de la obra, se abarca un amplio arco. La complejidad es posible en esta obra gracias a la alternancia de sutiles mezclas de colores, gestos orquestales y una virtuosa competencia concertante entre los dos instrumentos. Mención especial merecen los adornados cánones del final, que confieren al magnífico sonido una sensación de profundidad de forma totalmente natural.
La sonata de Beethoven es un hito en la historia de la música: se trata de la primera sonata monumental creada. En este sentido, sigue siendo insuperable en la música de cámara. La doble tonalidad de La menor y La mayor también fue revolucionaria en la época en que se escribió esta composición. Por no hablar de la expresión incondicional, apasionante y sin adornos. La obra está impregnada del soplo de idealismo liberal y al mismo tiempo humanista que caracterizó el despertar intelectual de Europa en torno a 1800. El comienzo del primer movimiento ya sugiere algo especial: la parte del violín está dividida en cuatro partes y es, por tanto, sinónimo del titánico esfuerzo del individuo por superar sus limitaciones (el violín es un instrumento melódico y, por tanto, genuinamente monofónico). El piano responde con una profunda expansión armónica que abre la vista al horizonte del mundo altamente dramático del Presto que sigue. Un movimiento que vuela hacia las mayores distancias. El segundo movimiento cautiva con un ramillete de cuatro variaciones que difieren en su carácter, a veces lúdico, a veces virtuoso, a veces dramático, a veces alcanzando las alturas de la luz. La conclusión solemne e interiorizada del movimiento se ve bruscamente interrumpida por un acorde fortissimo que nos lanza al mundo de una exuberante tarantela. A lo largo de momentos dramáticos, interrumpidos únicamente por dos breves episodios de adagio pensativo, la música se esfuerza por llegar a una conclusión jubilosa que pone un alegre punto final a toda la obra de época.

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