Aida: Ópera de París
Sobre el espectáculo
¿Cómo elegir entre el amor por un general enemigo y el amor por la patria? Tal es el dilema al que se enfrenta Aida, una princesa etíope esclavizada en Egipto, que también tiene que lidiar con la rivalidad de Amneris, la hija del faraón, que ama al mismo hombre que ella, Radamés. Sin embargo, es la orgullosa Amneris quien suplica a los sacerdotes que perdonen a Radamés después de que este traicionara involuntariamente un secreto militar.
En esta obra, estrenada en 1871 en la Ópera de El Cairo, Giuseppe Verdi alterna escenas épicas como la famosa marcha triunfal con arias más íntimas como «Celeste Aida». Aunque el contexto de la creación de la obra debe mucho a la egiptomanía en boga en el siglo XIX, los temas de Aida son tan atemporales como universales.
Esto se refleja en la puesta en escena de la artista visual iraní Shirin Neshat, que, en su debut en la Ópera de París, hace hincapié en la crueldad del fanatismo religioso, tan propenso a oprimir a las mujeres.
Aida es una ópera en cuatro actos compuesta por Giuseppe Verdi, con libreto de Antonio Ghislanzoni.
Acto 1: Ramfis, sumo sacerdote de Egipto, le dice a Radamés que la guerra con los etíopes parece inevitable. Radamés espera ser elegido comandante egipcio, soñando tanto con la victoria como con Aida, la esclava etíope, de la que está secretamente enamorado. Aida, que corresponde el amor de Radamés, es la hija del rey etíope Amonasro, una identidad que oculta a sus captores egipcios.
Amneris, la hija del faraón, entra. Ella también ama a Radamés, pero teme que Aida pueda ser su rival. El faraón entra, con el sumo sacerdote y toda la corte, ante la noticia de que los etíopes marchan sobre Tebas. El rey declara la guerra y proclama a Radamés líder del ejército.
Aida, que se queda sola, se debate entre el amor por su padre, su país y Radamés.
Radamés es nombrado comandante en jefe. Los egipcios rezan por la victoria y la protección de sus guerreros.
Acto 2: Se celebra la victoria de Radamés, pero Amneris duda del amor de Radamés y sospecha que Aida está enamorada de él. Cuando Aida entra en la cámara, Amneris miente y le dice que Radamés ha muerto en la batalla. Conmocionada y afligida, Aida confiesa su amor por Radamés. Amneris se enfurece y jura vengarse de Aida.
Radamés regresa y las tropas entran triunfantes en la ciudad. El faraón declara que Radamés puede tener todo lo que desee. Los cautivos etíopes son conducidos encadenados al escenario, entre ellos el rey Amonasro. Amonasro proclama a los egipcios que el rey etíope ha sido asesinado en batalla, y los cautivos suplican clemencia al rey egipcio, pero Ramfis y los sacerdotes egipcios piden la muerte de los prisioneros. Reclamando la recompensa prometida por el rey, Radamés suplica clemencia para los prisioneros. El rey concede el deseo de Radamés, declarando que Radamés será el sucesor del rey y se casará con Amneris. Aida y Amonasro permanecerán como rehenes para garantizar que los etíopes no vengan su derrota.
Acto 3: En la víspera de la boda de Amneris y Radamés, Aida espera fuera del Templo de Isis para encontrarse con Radamés. Amonasro aparece y ordena a Aida que descubra la ubicación del ejército egipcio. Aida acepta de mala gana.
Amonasro se esconde detrás de una roca y escucha a Aida y Radamés. Radamés jura que se casará con Aida y Aida lo convence de huir con ella. Radamés sugiere una ruta segura, revelando la ubicación de su ejército. Amonasro sale de su escondite y revela su identidad. Radamès se da cuenta de que, sin querer, ha revelado un secreto militar crucial al enemigo.
Amneris y Ramfis abandonan el templo y llaman a la guardia imperial. Amonasro saca una daga, pero Radamès lo desarma. Radamès ordena a Amonasro que huya con Aida y se entrega a la guardia imperial, que lo arresta como traidor.
Acto 4: Amneris pide a la guardia que le traiga a Radamés y le pide que niegue las acusaciones, pero él se niega. Ramfis recita los cargos, Radamés se niega a defenderse y es condenado a muerte. Amneris protesta que Radamés es inocente y suplica clemencia, pero es condenado a ser enterrado vivo.
Radamés ha sido sellado en una bóveda oscura. Oye un sonido y luego ve a Aida, que se ha escondido en la bóveda para morir con Radamés. Aceptan su terrible destino y se despiden de la Tierra y sus penas. Sobre la bóveda, Amneris llora y reza a la diosa Isis. Los amantes mueren en brazos del otro mientras los sacerdotes, fuera del escenario, rezan al dios Ftha.
Información práctica
En italiano, con subtítulos en inglés y francés.
Reparto / Producción
Equipo creativo:
Michele Mariotti, director de orquesta (24 sept. 19 oct.)
Dmitry Matvienko, director de orquesta (22 oct. 4 nov.)
Shirin Neshat, directora y vídeo
Christian Schmidt, escenografía
Tatyana van Walsum, vestuario
Felice Ross, iluminación
Dustin Klein, coreografía
Yvonne Gebauer, dramaturgia
Ching‐Lien Wu, maestro de coro
Equipo artístico:
Saioa Hernández, Aida (24 sept. 16 oct.)
Ewa Płonka, Aida (19 oct. 4 nov.)
Piotr Beczała, Radamés (24 sept. 16 oct.)
Gregory Kunde, Radamés (19 oct. 4 nov.)
Eve‐Maud Hubeaux, Amneris (24 sept. 16 oct.)
Judit Kutasi, Amneris (19 de octubre — 4 de noviembre)
Roman Burdenko, Amonasro (septiembre — octubre)
Enkhbat Amartüvshin, Amonasro (noviembre)
Alexander Köpeczi, Ramfis
Krzysztof Bączyk, Il Re
Manase Latu, Un messaggero
Margarita Polonskaya, Sacerdotessa
Orquesta y Coro de la Ópera de París